viernes, 12 de junio de 2009

UN DEMONIO CON GUITARRA



Tu casi dios
mas demonio.
Simple mortal
que cambio mi mundo.

Tu quien me saco del abismo
para abrazarme a su oscuridad.
Mi ángel eterno
a quien mis letras sangrientas
escriben.

Tu excitante, inquietante,
loco, dueño de mi razón mórbida.
Tu capaz de convertirme en esclava y señora.
Tu que en frenética melodía diabólica
con la nota del metal que afila
para cortar mis venas
a cada acorde
para sangrar eternamente por tu ausencia.

Tu que trémula me has dejado
estremeciéndome a cada imagen
de tu recuerdo.
Tu que me has dejado encadenada
a tu nombre
arrastrando mi pena,
bailando esta diabólica danza
a cada sonido de guitarra.


Odette Cinta Tovilla

ESCLAVA DEL FUEGO


Mi aliento se fue secando tras lentos minutos,
Y la luz brillante se convirtió en opaca.
El espacio se oscureció, como el enorme vacío,
Mi sola presencia parecía una ofensa
Ante la inmensa desolación de la nada.
El aire se hizo húmedo,
También mis labios y mi cuerpo
El calor me penetro con llamas transparentes
Y me vestí con el brillo del sudor sicalíptico.
De la agobiante ausencia germinó una semilla de fuego,
Y se expandió devorando el firmamento y la tierra,
Su calor quemó mi alma, hizo arder una hoguera por dentro,
Creció una sombra y se hizo densa,
Revelando su bestial forma,
Su violenta mirada remeció mi calma,
Mas nunca la visión fue pórtico del miedo,
Mi piel fue magnetizada por sus tersas escamas,
La pasión despreció a la cordura
Entregándome como ofrenda a su apetito voraz,
A su poder verdadero, a su insaciable lujuria.
Me tomó impetuosamente y la luna dio 13 anillos a la noche
Mi corazón provocó un contusión en mi pecho,
Arrebatados golpes segregando el orgasmo,
Me sumergí en torrentes de brebajes libidinosos,
Distinguiendo del el amor que da un hombre, el de un demonio.
Ahora soy esclava del sabor de sus pasiones,
Habiéndolo alojado en mi cuerpo,
habiéndose bañado en mis olas desbocadas,
Sentir el poder, el calor que da el frío,
El placer desmesurado que alimenta al egoísmo,
El éxtasis titánico y el desdén de ser usada.
Que tu rugido haga vibrar mi cuerpo hasta que perezcan todos los amaneceres